29/12/15

Texto del 22/01/2014

Caipirinhas para olvidar.
4 de Septiembre 2012. California, 5 pm. 
La sensación térmica es de unos 38 grados, lo que me resulta insoportable, llegué hace un par de horas y todavía no me acostumbro a este calor infernal. Sigo mirando la pantalla del mac, con la boca entreabierta. No puedo apartar la vista de la frase “esta saliendo con otra mina y no quiere que tu te enteres a través de mi fb”. De lejos me llega la voz de Pedro, mi mejor amigo que estudia hace 2 años en la UCI: “¿todo bien amiga?”. No me sale la voz y le hago una seña para que se acerque. Lee la pantalla y cierra el computador, le grita a su polola que esta en la cocina ¿Panchita estan listas esas caipirinhas? y me pide que le cuente todo.
Llegué a EE.UU en Agosto, después de haber quedado en un “tiempo muerto” con mi ex; según sus palabras “para que nos extrañemos” “para que cuando vuelvas partamos de 0”. Esa fue como la décima vez que le escuche el mismo discurso frío y sin razones de peso, para justificar el querer estar solo; cuando en realidad significaba que había aparecido alguien más.
Cuando yo decidí hacer este viaje, habíamos terminado, después de 3 años de relación, y quería usarlo para pasar el duelo, lejos de él, lejos de la rutina, lejos de todo, hasta de mi misma. Cuando se entero de que iba a viajar, me buscó y como cuando una esta enamorada se pone tonta dije ¿por que no intentarlo de nuevo?, incluso pensé en no hacer el viaje y guardar la plata para irnos de vacaciones (menos mal que no lo hice).
Ya en EE.UU, primero estuve unas semanas en Washington visitando a unos tíos, hablamos por skype, nos mandamos e-mails, hasta que empezamos a discutir y a mediados de Agosto me dijo que lo más probable es que ya no funcionarían nunca más las cosas entre nosotros. Como siempre discutíamos por lo mismo, que según él, yo me merecía algo mejor, que él era muy tóxico para mí, no le di gran importancia a sus palabras. Una pataleta más de héroe griego, a estas alturas, ya me daba lo mismo.
No supe nada más de él hasta que recibí el inbox, de su mejor amiga, contándome lo que estaba pasando.
Luego de contarle a Pedro sobre los últimos meses de mi relación, lo primero que me dice es “Que ese conchadesumadre de gracias de que no me acuerdo bien de su cara, porque si me lo encuentro le voy a sacar pero es que la rechucha”.
Voy en la tercera caipirinha y no siento nada. O sea si, me siento la imbécil más grande del mundo, por haber imaginado que después de este viaje, mi relación iba a cambiar, que se acabarían las desconfianzas, que la manipulación de mi ex iba a desaparecer, que me daría la confianza absoluta para que no tuviera miedo, cada vez que lo dejaba solo.
A la sexta caipirinha decido irme a dormir, estoy un poco ebria y perdida con el desfase horario. Mis amigos me anuncian que mañana iremos a la playa y a recorrer la ciudad, que olvide todo lo que paso porque son mis vacaciones y merezco pasarlo bien. Sigo sin sentir nada.
26 de Septiembre 2012. Santiago. 10 pm. 
Salgo del metro U. Católica y camino en dirección a Lastarria, me encuentro a mi ex en el camino, el diálogo es breve, le pido mis cosas que están en su departamento, mi cepillo de dientes, ropa, algunos juegos de ps3. Le entrego el ipad que me encargo. Antes de que me vaya me mira a los ojos, como no lo hacía hace tiempo, me abraza y me dice que me quiere mucho, que soy la mejor polola que ha tenido, pero que necesitamos empezar de nuevo, porque esta consciente del daño que me hizo y que nos hicimos. Recién al escuchar todo eso, es que me doy cuenta que esta vez va en serio.
Finalmente termino pasando el duelo en Santiago, que era lo que yo no quería, porque aquí tengo responsabilidades, trabajo, estudios, mi familia, y es súper agotador y desgastante ponerse una máscara para aparentar ante todos los demás que estas bien y feliz. Pero la realidad es otra. Mi día a día se reduce a tratar de funcionar mientras lo único que siento es un dolor desgarrador que me recorre todo el cuerpo, seguido de una angustia que me hace sentir náuseas.
En noviembre me di cuenta de que no podía más. Tenia insomnio, angustia, náuseas, estaba carreteando y tomando más de la cuenta. Me conseguí 15 días de descanso absoluto y Sertralina con Clonazepam una vez al día. Cuando llevaba un mes tomando las pastillas, decidí que era suficiente, que no iba a depender de medicamentos para poder levantarme y funcionar todos los días. Deje las pastillas y comencé de nuevo.

Fotos, e-mails, chats y todo lo que tuviera relación con él se fueron al disco duro externo, real y mental. En vísperas de Año Nuevo le escribí un e-mail, deseándole lo mejor del mundo, enviándole amor y éxito para toda su vida. A las 12 de la noche, dándole la bienvenida al 2013, brinde a su salud y perdone sus errores y los míos, porque era la única forma de poder comenzar a vivir de nuevo.

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